FLEABAG

Fleabag: la ficción realista que te parte el corazón a carcajadas

El 17 de mayo de 2019 se estrenó en Amazon Prime la segunda temporada de Fleabag, que concluye una historia creada, dirigida y protagonizada por Phoebe Waller-Bridge en 2016. Aunque no vaya a tener una tercera temporada se puede decir que, con solo 12 capítulos de 25 minutos, se ha convertido en una de las series más importantes para las mujeres de los últimos tiempos.

Este proyecto tuvo su origen en un monólogo teatral creado por la propia Waller-Bridge, una mujer todoterreno. Escritora, directora y actriz, fue la creadora de la primera temporada de la reconocida serie Killing Eve (2018), de la que se acabó desmarcando para atender otros proyectos, como la segunda temporada de esta ficción.

De hecho, su gran labor desarrollando personajes femeninos le ha valido un puesto en la última cinta de una de las sagas con más testosterona de la historia: James Bond. En la última película de este espía británico al servicio de la reina, Phoebe Waller-Bridge tiene la labor de reescribir los personajes femeninos para que sean reales y que su líneas de guion no giren únicamente alrededor del protagonista masculino.

Estas credenciales sitúan a la escritora británica como un referente del cine y de la televisión de los próximos años a la que no habrá que perder de vista.

Fleabag
Phoebe Waller-Bridge ha creado, dirigido y protagonizado Fleabag – Fuente: Youtube

Fleabag: soltera, mediocre y real

Fleabag (traducido, “bolsa de pulgas”) es el nombre de esta tragicomedia con un marcado tono de autor. El argumento gira en torno a una joven londinense de 30 años, sin nombre conocido para el espectador, que intenta sobrevivir a sí misma y a su tormentosa vida. En medio del duelo de dos personas importantes en su vida, la protagonista se enfrenta a una familia sin apego y a una vida amorosa tormentosa, en la que no faltan los amantes esporádicos y la dependencia tóxica.

Aunque Waller-Bridge atraviesa toda la ficción con un toque muy personal, la serie se ha ganado comparaciones con otras series o personajes femeninos. Si echamos la vista atrás, se puede ver cómo ha avanzado la representación de la mujer en televisión. Desde que Rachel Green entrase por primera vez en Central Perk huyendo de su boda, hasta la masturbación de la protagonista de Fleabag con un vídeo de Obama han pasado muchas cosas.

De hecho, una de las series que más revuelo causó en su época por retratar a las mujeres sin tapujos fue Sexo en Nueva York (1998). La protagonista de esta ficción de HBO fue retratada como una mujer independiente y descarada, aspectos que podrían asimilarse al papel que interpreta Waller-Bridge. Sin embargo, si se profundiza en el análisis se llega a la conclusión que estas dos mujeres no tienen nada en común. De una manera más acertada, se podría definir a Fleabag como la antítesis de Sexo en Nueva York, ofreciendo otro tipo de entretenimiento muy diferente a la serie de finales de los 90.

Si se enfrenta a la joven inglesa de Fleabag con la neoyorkina Carrie Bradshaw se podría decir que esta última es soltera, fabulosa, exitosa y está rodeada de amigas igualmente geniales con las que comenta sus desventuras amorosas con un gran número de hombres disfuncionales. A veces cometen errores y se pelean, pero el poder de la amistad siempre las acaba uniendo.

Fleabag
Fleabag está muy lejos de tener el glamour de Sexo en Nueva York, pero es más realista – Fuente: www.flickr.com/danzden/

Sin embargo, la protagonista de Fleabag es soltera, sí, pero no es fabulosa, ni exitosa y está totalmente sola. Al no tener a nadie que la apoye, se enfrenta con soledad y tristeza a un terremoto emocional que gestiona de mala manera a través de su sentido del humor, negro y sagaz, que lanza al espectador a bocajarro.

Probablemente, el personaje de Waller-Bridge se parezca mucho más a cualquier mujer corriente que Carrie Bradshaw. Y es por eso por lo que Fleabag se gana el respeto del espectador, por su irreverente autenticidad. Este éxito entre el público deja en evidencia cómo ha cambiado la imagen de la mujer en la pantalla, alejándose de estereotipos y glamour, para acercarse a una realidad mucho más mediocre, pero más acertada.

Si se analiza con detenimiento las diferencias que han surgido en la manera de perfilar los personajes femeninos entre los casi 20 años que separan ambas series, se puede observar un cambio de paradigma a la hora de representar a las mujeres en la pantalla en este tipo de ficciones, pasando de una visión aspiracional, de lo que se creía que las mujeres deberían o querían ser, hasta un paradigma más realista que refleja lo que las mujeres son. Por eso Fleabag es feliz, es divertida, es triste y es desgarradora. Porque así es la vida.

Romper la cuarta pared para ganar aliados

Uno de los recursos narrativos que más caracteriza a esta ficción es la ruptura constante de la cuarta pared. Si bien ya se ha usado en otro tipo de ficciones tanto del cine como de la televisión (Annie Hall, House of Cards, etc.), el uso que se le da en Fleabag es tan recurrente que favorece una mayor empatía con la protagonista.

Desde el comienzo del primer capítulo, Fleabag se dirige al espectador o, más bien, a la espectadora. La protagonista mira directamente a los ojos a través de la pantalla y hace cómplices de la acción a todos aquellos que la están observando. A partir de ahí, camina de la mano de su audiencia en su día a día, despreocupadamente, dejando entrever momentos del pasado que han situado a la protagonista en el momento en el que se encuentra en el presente.

Como las estrellas invitadas en la vida de alguien, los espectadores se dan de bruces con la realidad de la protagonista con un cliffhanger que pone fin a la primera temporada y que empuja a la audiencia a hacer un juicio de valor sobre la protagonista.

Sin embargo, después de un golpe de efecto arrollador, en su segunda temporada, (casi) todo cambia. Durante su la segunda parte de esta ficción, aunque se mantiene la mezcla de géneros entre la comedia y el drama y Fleabag sigue mostrando a la misma treintañera cínica que se protege de los problemas con su humor, hay un cambio significativo en la trama que lleva a la protagonista por un camino muy diferente al de la primera temporada. Se evita, de esta manera, caer en la redundancia en lo ya dicho, visto y oído y permite al espectador explorar nuevas facetas de un personaje carismático que, aunque imperfecto, ha convertido al espectador en su aliado.

Hay que felicitar a Phoebe Waller-Bridge por ser capaz de crear un serie tan divertida y desgarradora a la vez sin caer en el histrionismo ni la caricatura de sus personajes, magníficamente construidos con paciencia. Como actriz, Waller-Bridge también merece un reconocimiento, ya que su interpretación es tan viva y se desnuda tanto ante la cámara en cada escena que hace pensar al espectador que en realidad lo que está viendo es la vida real de la creadora llevado a la pantalla.

Pese a su potente fuerza en cada escena, sus otros protagonistas le mantienen el pulso en las escenas compartidas, especialmente, la recién oscarizada Olivia Colman, uno de los mayores tesoros que guarda la serie.

Fleabag nos abandona y no habrá tercera temporada

Después de tres años desde su estreno y tras dos temporadas, Waller-Bridge deja ir a este magnífico personaje para dedicarse a otros proyectos. A los espectadores se les deja con ganas de saber más, pero con la certeza de que, en realidad,  ya no podían seguir estando en la vida de esta joven por más tiempo. Sin embargo, les deja con la certeza de haber visionado una ficción realista y compasiva con el espectador. Fleabag aprieta, pero no ahoga.