Leer en verano o el idilio consumado

Llegan las vacaciones y con ello un impulso frenético e intrínseco que nos somete en pos de vivir la mejor época de nuestras vidas. El verano nos trae hermosos recuerdos, amén de una surtida amalgama de divertidas experiencias fruto de anécdotas de todo tipo, dignas de ser recordadas en septiembre a la hora de realizar nuestro típico balance trimestral. Nos vemos envueltos en un aura de optimismo acunada por rayos de sol y tenue brisa; hay mucho que hacer y, por desgracia, muy poco tiempo.

leer en verano
Lectura estival

¿Cómo podemos aprovechar el tiempo, pues? Se nos presentan ante nosotros una vasta cantidad de divertimentos y opciones de todo tipo: deportes, practicar algún pintoresco hobby carne de excéntrico artículo de Internet… un divertido viaje, tal vez, en grupo junto a los amigos de siempre. Julio es joven y nos vemos inmortales, altivos gigantes que miran al futuro despreocupados. ¿Por qué no? Parece un fantástico plan, desde luego.

Leer en verano es un buen plan

Cabe destacar el plan estrella de muchos para estos días de descanso: la lectura. ¿Quién no ha confeccionado alguna vez su lista de títulos para disfrutar y desquitarse pasado tanto tiempo sin abrir ni tan siquiera uno sólo? Libros y libros, listas de colecciones enteras adornadas con subrayados de Bic Cristal de color azul.  Lentamente en nuestra cabeza la megalómana idea de un estío ideal va tomando forma como side una compleja estructura se tratase; mientras tanto, la prensa y los estudios nos incitan a consumir literatura vendiéndonos la clave de una milagrosa y soberbia curación tras meses de mundano trabajo.

Se nos presentan mil y un pensamientos desiguales mientras, durante quince escasos minutos, nuestra primordial necesidad es la de buscar o intentar descargar todos y cada uno de los tomos que hemos recopilado.

Mas, ¿tenemos todo el tiempo que creemos para disfrutar de las historias que se arrodillan ante nosotros al abrir y aspirar el acre aroma de las páginas de nuestro predilecto libro? Cantaba un sabio trovador un gran epígrafe que no se ha sabido interpretar correctamente: “la vida es lo que te sucede mientras estás ocupado haciendo otros planes».  Es de sobra conocido el hábito propio de la idiosincrasia del ser humano de querer aprovechar al máximo el tiempo, hecho que propicia en estas fechas un ingenuo descalabro en cuanto a esta lección compete. Con una pasmosa velocidad se pasa del ansia vertiginosa por devorar al fingido empacho; cuestión de días o semanas, en la mayoría de casos. Concluidos nuestros días de asueto la amarga sensación de desengaño tras fallar en nuestro cometido puede ser muy lacerante, desde luego.

leer en verano
La lectura estival

Ante este problema bien podría planteársenos una solución: ¿qué sal de frutas se nos recomienda?  Templanza y planificación, desde luego; no obstante, siempre debe de tenerse presente la fuerza de voluntad necesaria para llevar a cabo nuestra cultivada labor, pues huelga matizar que, en cierto modo, se tienden a subestimar la lectura y horas invertidas.

Una loable costumbre como es la que nos atañe requiere de una perseverancia incompatible con la espontaneidad del deseado verano influenciado por Hollywood y los vivaces anuncios de cerveza. ¿Está dispuesto el ciudadano medio a ofrendar su preciado tiempo a la cultura? Capcioso interrogante, desde luego, pues tiende a la taimada y nada provechosa generalización.

En lo que a un servidor respecta, sólo puedo aconsejar que se disfrute todo cuanto se pueda del  tiempo libre del que se disponga. No hay nada comparable a la inefable sensación de deleitarse con una absorbente historia junto a un atrezzo estival o, simplemente, invertir parte del día en reposar del ajetreo que implica nuestro nuevo plan regular.  Son de sobra conocidos los beneficios propios de este loable arte para nuestro empaque cultural, amén de resaltar cuán cotizadas están sus propiedades entre la sociedad.

¿Nos vemos capaces de luchar contra la esencia humana, de nadar contra corriente con la ayuda de grandes capitanes tales como Faulkner, Delibes o Martín Gaite? Que Lorenzo, pues, nos asista y nos de fuerzas para afrontar una etapa mejor que nos brinde fuerza y energías para los desafíos venideros. Nada más romántico que un amor de verano, un idilio de ensueño al margen de la celeridad exterior, de la mano de una de las más majestuosas artes jamás concebida. ¡Felices vacaciones y que aproveche la lectura!