Rafael Lechowski: el dolor de desamar

Existen innumerables formas de comunicar a un oyente a través de la música los sentimientos que hay en derredor del compositor de una canción, o al letrista. En esa clarividencia de desnudar los sentimientos de uno mismo, de ofrecer las entrañas del cuerpo a otra persona, reside la magia de la conexión a través de una pieza musical, de una letra, o de tantas otras ramas nada relacionadas con la música. El dolor suele ser un tema recurrente de inspiración, pues como gran parte de los sentimientos, está presente en ciertos lapsos de tiempo de la vida.

Rasgar el corazón, romperlo en pedazos y construir de ese puzle de sentimientos destruidos una letra, un acto de desahogo y de clemencia. Tal vez, también sirva como búsqueda de compasión. Rafael Lechowski es uno de esos artistas que cabalgan sobre un corcel llamado melancolía, un corcel al que le sacude el látigo del dolor y el llanto.

Rafael Lechowski || Fotografía: Twitter de Rafael Lechowski

No es baladí comentar que Lechowski se volvió un alma errante y dolida con aquella vuelta de tuerca de Donde duele, inspira. Poético, humano, símbolo de herida oscura y abierta, Rafael Lechowski ofrece la primera parte de Quarcissus: el arte de desamar titulado Acto I: la traición, con un concepto pocas veces visto. Se adelanta pidiendo perdón por hacer esta obra, por contar el inicio de una historia relatada a través del amor, del descubrimiento hórrido de también exponer la culminación de algo que parecía no tener fecha de caducidad. Se pregunta si no es acaso el amor, a veces, una etapa utópica en ciertos momentos de la vida.

El arte de desamar

Una introducción se cuela en los primeros compases de este primer acto para relatarnos una historia oscura a la par que humana, dolorosa y terrorífica, escrita desde lo más hondo del alma del autor. La historia, una autobiografía del propio Rafael, se adentra en nosotros poco a poco a lo largo de una sola pista, donde el autor llama a un amigo suyo. Bajo el nombre de Quarciso, mezcla entre el monstruo de Hugo y el personaje Narciso, comienza la obra.

El oyente pasa ipso facto a ser el confesor invisible de Quarciso, y sabe la premisa de la obra con sólo oír una declaración: «Dios mío, hermano, la he perdido. Nos hemos roto y ya no encajan nuestras piezas». El desamor en vena, puramente ilustrado por una frase donde se acepta la derrota de perder lo que uno ama tanto. El sufrimiento haciéndose protagonista absoluto de uno mismo y el sollozo tornándose un punzón que se clava en el alma.

Rafael Lechowski se desvive en cada verso por irradiar comprensión para aquellos que se sintieron destrozados por la ruptura con una pareja amada, aquellos que buscaron alivio a través del olvido y no lo consiguieron. La lágrima, el llanto, el sollozo tan presente en la obra, forma parte del todo que es desamar. El fin, la conclusión de una etapa mágica y hermosa.

Rafael Lechowski || Fotografía: hoyesarte.com

Relatando verso a verso el duro momento de la separación, los lugares transitados en pos de recordar tiempos felices y los delirios puntuales, Lechowski, en su personaje Quarciso, se adentra en el profundo mar del recuerdo, y allí se vuelve una persona nostálgica de tiempos pasados. Vive haciendo énfasis en lo mucho que le pesa olvidar lo que tanto ha amado, palpamos la lucha por el abandono de un recuerdo que se torna en pesadilla en dichos momentos de separación.

Dentro de este primer acto, presentado como un libro y una pieza musical de poco más de media hora, aparecen colores oscuros de todo tipo. El alcohol como referencia al olvido a través de la bebida, el insomnio, el aislamiento social de todo el mundo y, por supuesto, las frases con clara referencia a aquello que, desgraciadamente, ya ha prescrito. Incluso se tornan por momentos ideas suicidas en el protagonista: «¿de qué sirve que la vida siga, cuando uno es el hombre que guarda el luto a una mujer viva?».

En lo musical, destaca lo melancólico a través de ciertos momentos donde la música aporta su encanto fusionada con la voz de Rafael. El piano de Marco Mezquida toma mucho protagonismo a lo largo de la obra. Violento en ciertos compases, serenado en los momentos de reflexión y melancólico en el conjunto general.

El dolor de desamar

Aunque la obra de Rafael Lechowski se conforme como una pieza altamente original, con dotes poéticas palpables y muy bien trabajada, es símbolo de una rara avis dentro de la música. Este primer acto de El arte de desamar se presenta como una apuesta por escuchar algo de una indudable calidad, pero puede tornarse crudo y complicado para cierto sector del público.

Rafael Lechowski ofrece una creación en la que el desamor está pintado como el lienzo que es, una etapa de incalculable dolor, de llantos nocturnos y sollozos sin consuelo. Ese sector del público, que ha sentido las trampas que se ponen a su paso en ese bache, puede que trate la obra de dos maneras distintas: como un acto doloroso y complicado de escuchar, o como una carta a la compasión que alguien escribió sobre lo que esa persona pasó.

Rafael Lechowski || Fotografía: hhdirecto.com

Con esta primera obra queda claro que hay muchas formas de transmitir el dolor, la melancolía y la tristeza. Rafael Lechowski es una persona que la transmite como nadie, con la crudeza y la realidad que es necesario otorgarle. Este primer acto de Quarcissus: el arte de desamar es una obra que roe las entrañas, en la que se define la cuchilla asesina que es el desamor, y en la que el oyente se perderá dentro de una obra donde la lágrima caída no será un acto extraño.