Cien años de Buero Vallejo

Buero Vallejo fumando en pipa || Olaf Valverde Mordt
Buero Vallejo fumando en pipa || Olaf Valverde Mordt

En 1946 y tras conseguir la libertad condicional, Antonio Buero Vallejo se exilió en casa de sus padres tras ser desterrado de Madrid. Fue durante su cautiverio cuando nacería el Buero Vallejo escritor y moriría el Buero Vallejo pintor. Como reconocería el propio Antonio, “la pintura ya no resonaba en mí (…) me puse, entonces,  a escribir con entusiasmo”.

La Guerra Civil española dejó huella y miseria en la mayor parte de la sociedad española del momento. Sin embargo, lo que nadie esperaba es que, tras ella, llegaría a la literatura española  uno de los mejores dramaturgos del siglo XX.  Si la contienda se llevó a un Lorca brillante, fue tras ella cuando se descubrió al Buero Vallejo dramaturgo.

Tras abandonar los lienzos y dejar para la posteridad alguno de los retratos más celebres de la época como el que le hizo en la propia cárcel a Miguel Hernández, cogió pluma y papel y empezaría a escribir una de las más celebres obras para teatro de la literatura española: Historia de una escalera.

Historia de una escalera, como La Colmena de Cela, supusieron un vuelco importante en la literatura española del siglo XX. Escrita y publicada en plena posguerra, Historia de una escalera retrata a la población española del momento. La obra cumbre de Buero Vallejo por la que recibió el recuperado Premio Lope de Vega en 1948, está dividida en tres actos. Tiene como tema principal el amor frustrado en el que se apoya para que, a través de los vecinos de una escalera, quede reflejada de una forma sutil y magistral las mentiras de la sociedad de la posguerra española.

Buero Vallejo recibiendo los aplausos del público el día del estreno de Historia de una escalera el 14 de octubre de 1949 || cervantesvirtual.com
Buero Vallejo recibiendo los aplausos del público el día del estreno de Historia de una escalera el 14 de octubre de 1949 || cervantesvirtual.com

La pasión de Buero Vallejo por el teatro le vendría de familia. Su padre era un ferviente y maniático lector de obras teatrales que venían en coleccionables y que el viejo profesor de cálculo ordenaba y encuadernaba meticulosamente. Desde bien pequeño, Buero Vallejo mostró varias dotes artísticas, entre ellas la música. Su terquedad e insistencia por ella obligó a su padre a negarse a comprar unos violines de juguete expuestos en una juguetería de Guadalajara, su ciudad natal. Fue gracias a su padre por quien hoy, en parte, se conoce y disfruta a un excelso escritor de teatro.

Su pasión por el teatro terminó de fraguarse con tan solo ocho años. Los Reyes Magos le regalaron un pequeño teatro con figuras a las que el propio Buero Vallejo daba vida con sus primeros textos e historias. Fue con quince años cuando ganó su primer premio. Sería en un “modestísimo concurso” organizado por una asociación estudiantil en su ciudad natal. Buero Vallejo, humilde, se presentó poco confiado de sus propias opciones y vaticinó que ganaría su admirado Ramón Garciasol. Con todo, sería Antonio Buero Vallejo quien con quince años ganaría el premio del concurso.

Homenaje de Guadalajara a Buero Vallejo

Hoy, 29 de septiembre se cumple el centenario del nacimiento de Buero Vallejo. Su ciudad natal en colaboración con el Ayuntamiento de la ciudad y mediante el Patronato de Cultura, ha organizado un merecido homenaje que aglutinará representaciones de varias de sus obras, descubrimiento de placas e incluso la instalación artística y simbólica de una escalera en la fachada de la casa natal del escritor alcarreño.

Frase de Buero Vallejo que decora uno de los comercios de Guadalajara || Sergio Hevia
Frase de Buero Vallejo que decora uno de los comercios de Guadalajara || Sergio Hevia

Muchos son los actos que durante los meses de septiembre y octubre girarán en torno a la figura de Buero Vallejo. Uno de los más representativos y llamativos es el que se puede ver en las calles y comercios de Guadalajara. Una iniciativa del Patronato de Cultura y del concejal delegado, ha llevado a engalanar con frases célebres o fragmentos de sus obras los comercios de su ciudad natal. Una bonita y curiosa forma de acercar el legado, muchas veces desconocido y algo denostado de un Buero Vallejo, que sin obtener tantos reconocimientos como Cela, también ha llevado el nombre de Guadalajara por bandera.

Buero Vallejo murió en el año 2000 con la sensación de que su obra había sido merecidamente reconocida. No obstante, durante sus años de dramaturgo y en muchas de las entrevistas que concedió, Antonio dejaba entrever que el teatro no tenía el reconocimiento que merecía. Su labor finalizó y ahora es obligación de los lectores hacer que su legado siga vigente y saber que Buero Vallejo es mucho más que el nombre de un teatro o de un instituto de enseñanza secundaria.